jueves, 8 de noviembre de 2018

hay flores flotando en el agua

hay flores flotando en el agua
me dicen que están llorando
por pena, dolor y pérdida,
hay flores retorciéndose en agua.


hay un liro ahogado que zozobra
en la orilla de mis párpados,
quiere que le cante una nana
pero hay flores anegadas en mi garganta.


he intentado abandonarlas y bogar
hacia el olvido, pero hay flores
que inundan mi barca.


un rostro me observa mientras me hundo
lo último que atisbo a decirle es:
«hay flores flotando en el agua».



https://www.youtube.com/watch?v=4aP04TBpPeE

lunes, 1 de octubre de 2018

Ragnarök: gritos en sueños

en el sueño soy más vulnerable que en la vigilia,
es ese mi momento más débil del día; cuando duermo
y se me presenta en sueños el Ragnarök: gritos en sueños,
cabezas cortadas, bocas donde en lugar de besos nacen ratas.

y yo grito pero fuera del sueño tú no me puedes escuchar:
yo no estoy aquí si tú no estás, yo quisiera ser el aquí donde 
tú pudieras estar.
sin embargo sigo libando del corazón de Gullveig,
a escondidas de ojos de cuervos blancos aún te busco
en aquella hoguera.

el viento es ahora
solo silencio.

mis alaridos son ahora
solo viento.

y mis sueños un caldo
de escupitajos.

Fishermen at Sea, William Turner

martes, 4 de septiembre de 2018

deus omnia cernit

si ni resisto
ni sobrevivo
memorizo
cómo duele
lo inocuo
cómo duelen
los golpes
a la memoria
tan viejita
la pobre
le duele
hasta recordar.
me duele
hasta recordar
que si ni
resisto
ni
vivo
entonces
¿qué memorizo
cuando
lo inocuo
duele como
el recuerdo
de lágrimas
golpeándose
contra el suelo?


La ninfa y la rana, Edward Egglestone

martes, 14 de agosto de 2018

...y te levanto

   A ti que me lees, yo sé que te molesta cuando las cosas toman un rumbo que quizá no es el suyo, que quizá no es el camino natural de esas cosas que aún siendo únicamente clasificables como «cosas» siguen siendo importantes. Como si fuera obligatorio que el dos fuera después del uno. Ese «orden natural» que parece un artificio, un autoengaño de nuestra mente.

   Sé que Anastasia ahora mismo piensa en Claude. Ambas están enfadadas porque una le dice a la otra que es tan pero luego replica su semejante que no sabe qué es ser tan. Ellas son tan. Y aunque ellas no lo sepan yo sé que ambas miran con los mismos ojos a la gran gota que está a punto de desbordarse por su ventana. Ambas piensan en llamarse e imaginan qué clase de conversación podrían tener.

—He tocado el piano esta tarde.
—¿Bach?
—Mozart.
—Lautrec.
—Boba.
—Claude.

   Me apena un poco que me hagan pensar en Aquiles y Patroclo. Un amor fallido, un amor muerto porque ninguno de los dos supo decirle al otro que lo quería. Al menos uno de los dos no supo, o al menos no hasta que llegó aquel día de desgarramiento y Aquiles tuvo que aceptar que su verdadero punto débil fue la muerte de su amado y no su talón.

   Algunas personas son lo suficientemente arriesgadas como para amar a alguien que no sean ellos mismos o algún animalito entrañable. No lo criticaré, pero nunca he llegado a comprenderlo. Anastasia y Claude tampoco lo entienden, pero sienten algo, intuyen algo que no puede pasar jamás por el intelecto y racionalizarlo.

   Y qué curioso que el único momento en que se buscan sea el sueño. Que cada una en su propia vigilia ansíe encontrarse la una con la otra, o que la otra se encuentre con la una. Y es el único momento en que las palabras, el entendimiento, se transforma en besos y abrazos y calor y un dolor dulce les recuerda que han de despertar.

—¿Qué tal has dormido hoy?
—¿Estaba durmiendo?
—La flecha de Paris.
—El arco de Skadi.
—Te caes...
—...y te levanto.


Lucretia, Béla Tarcsay

lunes, 23 de julio de 2018

Nocturno

cuando estamos juntos me siento como
rodeado de peces raros que se mueven
vehementemente y repiten palabras
que suenan muy parecidas entre sí.

      estos peces nadan y me salpican con sus aletas
      en mis mejillas plenas de rubor e inquiridas 
      por dos lunares que constelan con el de la nariz. 

cuando te vas noto que echo en falta
esos peces que aletean y me rocían con
palabras como tarántula espátula o farándula,
porque ellos solo juegan conmigo si tú estás.
     
     desde entonces guardo en mi boca ese manantial
     de patos nenúfares y palabras que pretenden ahogarse
     en mi garganta, tristes y menesterosas de los peces de tu boca. 

James McNeil Whistler, 1874

domingo, 24 de junio de 2018

La flor en el laberinto


   Cuando duerme yo la miro. Me acerco y ella me acaricia la cabeza, me acepta en su sueño y me dejo abrazar. Me relaja escuchar su respiración. Cuando duerme sola me relaja mirarla e imaginar qué ve. La miro y ella entorna sus ojos verdes de una hermosura maligna.
Perdida como una flor en medio de un laberinto. Yo la miro y ella me cuenta todo. Y ríe, y llora. En la tempestad de sus lágrimas hasta Njörd zozobraría. Se queja porque soy lacónico. Ella no me entiende. No entiende que es difícil hablar con una lengua tan áspera. Entonces le doy una cabezadita, mirándonos de frente. La niña de mis ojos.

   A veces me despierto y no encuentro nada. Y miro a ver qué hay por la ventana y no hay nada. Me cuelgo de la balaustrada y me vuelvo a quedar dormido. Cuando estoy solo salgo a deambular y veo a más de los míos, pero no me dicen nada. Muchos parecen estar tranquilos en la sombra. No sé qué es lo que busco en esos paseos, pero siempre vuelvo a casa antes de que anochezca, con la sensación de haber perdido algo que se me escapa, de haberme quedado atrás en la carrera hacia el sol y la luna.

   Un día arribé de mi salida y me esperaba tumbada en el sofá. Me alegró verla pero creo que ella no lo supo, o quizá no lo vio. Me arrulló con caricias y besos; su piel transmitía un magnetismo casi mágico o chamánico, y la envolvía un aura dorada como si toda ella fuera un medio para un ritual crisopéyico.
   Entonces, en el momento previo a alcanzar el sueño, me dijo: «te quiero», y yo, con la inexorable felonía de una tragedia griega, respondí con un leve maullido.


Gustave Caillebotte





martes, 15 de mayo de 2018

Manualidades

por si aún no lo has pensado
existe un tiempo metacrónico donde nuestros recuerdos
se hilvanan entre sí, figuras rígidas
y laxas que se besan acordándose de nosotros;
acordándose del verde y del rojo y de las flores amarillas
de nuestro vestido, de aquello que nos hizo
invisibles para el reloj y las horas y la arena que
cae,
en una línea distendida
o en una cuerda floja donde el tiempo
se balancea,
y ocurre que observo mi
reflejo en un agua oscura
 temblando (de frío)
y ahí donde miro estás tú

La fragua de Vulcano, Velázquez

domingo, 18 de marzo de 2018

per uns segons

les nostres mans s'enfilen com bri macramé
tímidament, amb por que ens cremés
aquell foc intens, on ballen nimfes i sàtirs;
i fora claudicar tornam a ajuntar les mans 

i record tot el que va unir aquelles mans,
record la meva confusió innocent de creure
que besava un coll d'ivori, un coll on em
voldria refugiar, on proclamaria el meu exili

la teva mà que dibuixava i esborrava la meva
que intentava escriure i definir la teva amb
enigmes que farien tremolar tota Tebes

llavors en una darrera abraçada els nostres cabells
s'embullen i les nostres mans cerquen enfonsar-se
per sempre en aquell mar i morir, per uns segons, allà



Malcolm Liepke, In his lap



domingo, 4 de marzo de 2018

Somnium, imago mortis

   Un día se levantó y se dio cuenta de que estaba muerto. El lecho en el que yacía estaba encharcado, pero igualmente se desquitó el sueño. Se miró al espejo y vio la cara de un muerto: los ojos hundidos, sumidos en la oscuridad; la boca cerrada, tratando de gritar algo desgarrador.
   És com dur damunt un cor d'ivori que pesa i que has de portar per tot arreu. Com si es pogués perfeccionar el mite de Sísif. Malauradament, les veles d'aquell vaixell que s'apropava als esculls eren negres, i no me'n portaren res més que la mort i un crit sord. 
   Hablo de que mi cama es un lecho de pensamientos que nadan en un remolino oscuro, lleno de flores y peces dorados que intentan no ahogarse, los pobres. Yo ofrezco esos peces a la divinidad leontocéfala, Sekhmet, toma mi sangre y me mira furtivamente, me desarma. El tiempo esculpió las ruinas donde habitaba, una pagoda construida con agua y láminas de acíbar...
   A la Hiperbòria, submergint el meu cor en aigua dolça, una nàiada m'acaricia les galtes, freds els pòmuls freds els dits freds els ulls que em miren des de l'aigua. Crec que el Zèfir també tracta de consolar-me, de llevar-me aquest fred que em crema i desfà la meva ànima. Ma'at em mira i després veu la balança, com si esperés molt més de jo, com si la meva ploma no estés destinada a ser tenyida amb sang...
   Un 7 de marzo nací y un 7 de marzo muero, por ti sobre el Capítulo 7 mis dedos muevo.

Eduard Kasparides, Orpheus and Eurydice, 1896

sábado, 20 de enero de 2018

En mí, pero dónde

Apareces 
cada vez que cierro los ojos,
aprovechas cada
instante de oscuridad
invadiendo mi cuerpo y
asediando las murallas de mi corazón,
hasta que haces de mí un gálata moribundo.
Conviertes besos que soñé
en dentelladas,
dejándome
la piel
en carne 
viva
y matándome
al mismo tiempo.
Solo tú
me arrebatas el aire.
Solo tú
provocas que hiperventile.
Y todavía arden
los arañazos que 
dibujan mi espalda,
y todavía siento
tu lengua viperina
libando mis lágrimas.
Mientras tú corroes todo lo que soy
con tu hiedra
y tratas de retenerme
entre las sábanas empapadas,
mi vacío abraza su existencia
y mis ojos buscan la poca luz que en ellos quedan.
En el cráter
de la desesperación
donde me has hundido 
he encontrado otra parte mí.
No pienso escuchar más voces que la
mía.


Egon Schiele, Tote mutter


martes, 9 de enero de 2018

Cada vez más cerca


Mis heridas se hermanan
en un dolor amargo,
fluye la sangre
a borbotones
y me 
recuerda 
a un bombón
de licor derritiéndose
sobre mis manos frías
en un trance palingenésico. 

Una auténtica muestra de amor:
el filo de un cuchillo besando la boca de mi estómago.