en mis somniloquios nocturnos
confabulo queriendo entregar al Sol
por una flor amarilla en mi jardín lunar.
Monólogos sonámbulos en un harén de flores ásperas,
buscando sin saberlo un diente de león
que sepa cómo acariciar suavemente mis mejillas,
con la misma delicadeza con la que se sostiene una tacita de té.
Duermo entre cumunolimbos mullidos,
como un Olimpo de nubes construido,
y allí es donde pienso, luego siento;
donde siento, luego sufro;
donde sufro, luego aparece el llanto.
Y la gente aún sin explicarse por qué llovió
cuatro años, once meses y dos días.
Ilustración de Moonassi. |
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