sobre nosotros;
con demasiados
trozos por recomponer
acabamos hechos trizas.
Hubo melodías que
se repitieron
para no volver;
tuvo que quedarse ella.
Todo está escrito con tiza.
El recuerdo frío de la desnudez paraliza,
su paso liviano por mi alma dejó huella.
En mi pecho se pueden otear dunas cenizas,
donde naufraga un barco dentro de una botella.
Aceptemos que hay cosas
que no se pueden explicar.
Una flor inmarcesible
se hunde en el mar.
Es en la muerte
donde se abarca la eufonía
de todo lo indecible.
Horace Vernet |
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