sábado, 6 de junio de 2020

tormentas

en tiempos de desesperación y tormenta
en tiempos de angustia y viento, llanto y dolor,
de la misma tempestad que me encoge el corazón
escucho el susurro... la voz silenciosa
que esconde el secreto de mi consuelo. 

corro, fugaz, con mi aliento quebrándome
el cuello cada vez que exhalo el aire gélido.
huyo, ¡tenaz!, de la tormenta que me persigue,
huyo del sueño eterno, que viene de la mano húmeda...

los ojos apenas ven
¿sollozo o sirimiri?
una respuesta irrelevante
pues ambos nacen del dolor y la ira.

y mientras desfallezco en una tierra de humedad y cieno
despierto en el sueño del que pretendía escapar. 

pues el secreto de la tormenta es sumirme en él,
en cuyo mundo los libros no tienen carátula
y las caras se ven como reflejadas en un cristal roto...

¿cómo encontrar salida a los laberintos de la mente?
¿despertar del sueño eterno? ¡no puede hacerse!

recomponer los cristales, limpiarse la mirada
y encontrar ese rostro amado, cada facción 
perfectamente colocada en su lugar;
recoger todos los libros perdidos
en la mente, reconstruir cada página, ordenar
cada título, hacer la más gloriosa biblioteca.

y así lo vi,
la prueba, el sueño,
que todo hombre y toda mujer
debe intentar.

y en esa tierra de humedad y cieno 
abrí los ojos

mi cuerpo muerto
pero aún así obstinado

acepté la tormenta
y mi alma alcanzó el vuelo

míos los vientos, mío el amanecer;
siempre veloz, siempre tenaz,
ahora sí, por fin capaz

de llegar hasta ti
en tu sueño
y alcanzar
la paz.