Flechas gélidas desde un arco helado
con las manos ateridas.
Y sin esperarlo, acertaste.
Sin poder evitar que atravesaras
mi égida, me vi engañado por
los ojos ciegos del amor.
Nadie consigue ya llorar el campo,
Artemisa se ha convertido en la deidad olvidada;
quien no conoce a Dios venera a un santo,
en tu frente hay pura maldad, es la cruz marcada.
Nos robaron la Luna, Selene.
Nos encadenaron, Prometeo.
Olvidamos tu nombre, Mnemósine.
Claudicó tu lira, Orfeo.
Y sin acercarme, te esperé.
Y sin disparar, me miraste.
Prometeo, José de Ribera. |